En Fundación Bioparque Buinzoo entendemos la conservación como un proceso activo, donde el diseño ecológico, el conocimiento aplicado y la participación de las personas se articulan para generar cambios reales en el territorio. Desde esta mirada, fuimos parte de una intervención socioambiental desarrollada junto a actores del sector privado y organizaciones sociales (Veolia, Consultora Iterar, Arteduca y Global Shapers Community Santiago), aportando desde una perspectiva en donde la conservación se transforma en acción.

Esta experiencia nos permitió llevar a la práctica una forma de trabajo que busca integrar biodiversidad nativa en espacios urbanos, no como un gesto simbólico, sino como una acción planificada, con sentido ecológico y proyección en el tiempo.

Conocimiento que se traduce en acción

Nuestro aporte se enfocó en traducir el conocimiento técnico en acciones concretas en terreno, asegurando coherencia ambiental y funcionamiento a largo plazo. Este trabajo se expresó en:

  • Selección de especies nativas adaptadas al clima local, priorizando flora de bajo consumo hídrico y con capacidad de atraer fauna urbana, como aves e insectos polinizadores.
  • Recomendaciones en restauración de suelo y manejo vegetal, orientadas a favorecer la sobrevivencia, el desarrollo y la estabilidad de las especies plantadas.
  • Diseño funcional de los espacios intervenidos, considerando criterios como generación de sombra, mejora del microclima, retención de humedad y aporte a la biodiversidad local.
  • Acompañamiento técnico para la intervención, promoviendo buenas prácticas de plantación, distribución vegetal y ordenamiento del espacio.

Más que plantar, crear sistemas vivos

Para nosotros, este tipo de intervenciones no se trata solo de incorporar vegetación, sino de diseñar espacios que funcionen ecológicamente y que puedan mantenerse en el tiempo. Cada decisión técnica respondió a una lógica de equilibrio entre naturaleza y ciudad, buscando que la biodiversidad vuelva a formar parte de la vida cotidiana de las personas.

Además, la incorporación de plantas nativas propagadas en nuestro vivero fue un paso clave en esta intervención, ya que nos permitió dar continuidad a un proceso completo: desde el cuidado y desarrollo de las especies, hasta su integración en espacios urbanos donde cumplen una función ecológica concreta.

El proceso incluyó también el trabajo colaborativo con la comunidad, involucrando a más de 300 personas entre vecinos, familias, organizaciones y voluntarios.  Esta participación permitió que el espacio se transformara en un lugar de encuentro y aprendizaje, fortaleciendo el sentido de pertenencia, la cohesión social y promoviendo una cultura de cuidado del entorno que favorece el uso y protección de este espacio en el tiempo.

Avanzando a una red de espacios urbanos con valor ecológico

Esta experiencia representa un paso importante en el desarrollo de una visión más amplia de conservación urbana, donde múltiples intervenciones de este tipo puedan conectarse entre sí y generar beneficios ecológicos y sociales a mayor escala.

Seguimos trabajando para que estas acciones se transformen en una base replicable, medible y sostenible, demostrando que es posible integrar biodiversidad nativa en la ciudad de manera planificada, consciente y con impacto real.

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